En la Diócesis de La Crosse tenemos la dicha de tener en nuestra historia dos ejemplos muy importantes de discípulos misioneros. Se trata de dos misioneros en el sentido más estricto de la palabra, mensajeros de la Buena Nueva en tierras lejanas. Ellos son: El siervo de Dios, padre José Walijewski y el beato, hermano James Miller. Dios mediante ambos llegaran a ser canonizados algún día.
La historia del Padre José es bastante conocida. El fue uno de los sacerdotes de nuestra diócesis y fundador de la Casa Hogar Juan Pablo II en Lurín, Peru.( Pueden leer mas de su vida y su legado en: frjoesguild.org.) El beato James Miller es menos conocido. El hermano James, nativo de Stevens Point, entró en la congregación de los hermanos cristianos de la Salle y se hizo misionero. El murió como mártir el 13 de Febrero de 1982, al ser asesinado cuando reparaba la pared de la escuela donde trabajaba en Huehuetenango, Guatemala. Fue beatificado por el Papa Francisco el 7 de Diciembre de 2019. (Pueden leer mas de el en: diolc.org/blessed-miller)
Que es lo que esos dos hombres tenían en común ? y con los discípulos misioneros? Simplemente esto: Que en medio del pecado y sufrimientos de este mundo, ellos se apegaron, llenos de esperanza y confianza, a la gloria de Cristo resucitado. Como discípulos, se sentaron a los pies de Jesus, abriéndose a su gracia por medio de la oración y los sacramentos. Como misioneros le ofrecieron sus vidas . Rechazaron comodidad y seguridad y escogieron participar del sufrimiento de la gente abrazando la verdad del Evangelio, viviendo la experiencia del Viernes Santo animados por la alegría de la Resurrección. Aunque solo el hermano James murió como mártir, el padre José gastó todas sus fuerzas en el servicio a los pobres del Peru, hasta morir en el año 2006 de neumonía y leucemia. Murio con “sus zapatos puestos.”
Aunque nuestras circunstancias no son tan dramáticas, el principio es el mismo: La vida es dura.
Jesus dijo a sus discípulos, “En el mundo tendréis tribulaciones, pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo.” (Juan16:33) Esto lo dijo la noche antes de su crucifixión y para estar seguro de que ellos entendieron eso, les dijo: “Vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar.” (Juan 16:22)
Así es como el Padre José y el hermano James, entendieron el llamado del Señor de llevar su cruz de cada dia y de seguirlo con la esperanza puesta en la Resurrección.
El mundo está hambriento de este mensaje. Nos necesita como portadores de alegría y esperanza. Si pedimos en nuestra oración la gracia necesaria para hacerlo, nuestro Señor, trabajará a través nuestro para atraer a mas hermanos hacia su gloriosa luz eterna.